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Atención al estudiante

Mirar con otros ojos: del revisionismo histórico al revisionismo político

Revisar es volver a mirar con otros ojos. Pero con criterio. En los últimos tiempos con excesiva frecuencia escuchamos repetir como un mantra la necesidad de un revisionismo histórico, producto una vez más de la incorrección política y/o periodística que por desgracia conduce al error y por tanto provoca la reiteración del término en un uso inadecuado, ya que en realidad se está hablando de una reelaboración del ideario o en buena lógica, aunque esto no siempre se produzca, de dar respuesta con propuestas coherentes a demandas surgidas de situaciones nuevas en aspectos sociales, económicos, tecnológicos...

El revisionismo como tal es otra cosa. Surge como respuesta o reinterpretación del Marxismo desde una perspectiva histórica, aunque nos es desdeñable la presunción, de que, pese a no recibir denominación o bautizo previo, haya existido como tal en épocas anteriores.

Siempre ha habido y habrá una necesidad de mirar hacia atrás para comprender y transmitir, como escribiera Gabriel García Márquez “vivir para contarla”, pero cuando no se ha vivido hay que recurrir a otras fuentes. Y en las fuentes y su posterior uso es donde se sustenta el revisionismo como concepto.

Cualquier disciplina, incluso nuestros actos y los ajenos, está sujeta a ser revisada. Desde la Filosofía al Derecho, desde la Arquitectura al Periodismo. Hay que aprender a mirar, porque se mira con los ojos y con esos otros ojos que son la mente. Pero el revisionismo frente al mero hecho de revisar va ineludiblemente unido a la Historia.

Porque se trata de eso, de la necesidad de volver a mirar por la aparición de nuevos datos o de nuevos hechos que conducen a plantearnos la Historia como la conocíamos hasta ese momento. Esos datos o hechos no implican necesariamente siempre un cambio en esencia, pero ayudan a comprender y conocer mejor determinados acontecimientos o etapas históricas. Aunque es cierto que en otras ocasiones contribuyen al conocimiento de un hecho histórico de forma radicalmente opuesta a como lo conocíamos.

El historiador Javier Tusell, al abordar el ‘revisionismo histórico español’, diferencia entre el “revisionista” que “no parte de preguntas, sino de seguridades o presunciones. No acude a las fuentes primarias, sino a las secundarias que pretende elaborar con originalidad” y el historiador que “parte de unas fuentes primarias y logra una interpretación original que se escribe en el hipertexto de nuestros conocimientos y que sin duda será objeto de reconsideración”.

O lo que es lo mismo, establece la diferencia entre el revisionismo como corriente hacia el conocimiento frente a un mal denominado revisionismo cuya finalidad es la manipulación o la tergiversación de la Historia.

Es en esas fuentes primarias donde reside el concepto, la necesidad y la oportunidad del revisionismo por lo que pueden aportar de novedoso al texto histórico establecido y aceptado. Y esas fuentes deben ser tangibles y documentales, ya que el relato oral no es más que un testimonio de lo acontecido que necesita ser demostrado. Y aunque, por ejemplo, Jorge Luis Borges afirmara, precisamente en defensa de lo oral, que “la letra mata, el espíritu vivifica”, en el ámbito científico es imprescindible el peso de la letra o de la imagen, sin menoscabo del espíritu.

De todos es conocida la frase atribuida a Miguel de Unamuno, “Venceréis, pero no convenceréis”, como respuesta a la expresada por José Millán-Astray “¡Muera la inteligencia. Viva la muerte!” en la Universidad de Salamanca un 12 de octubre de 1936.

Foto post revisionismo rocio serranoLo cierto es que aunque es obvio el espíritu de lo expresado por el intelectual y el general, no lo es tanto la literalidad de tales frases. Se carece de testimonio escrito o grabado y se mantiene un relato oral. Así, hay quien afirma que el general legionario gritó “¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!”, para que posteriormente la maquinaria propagandística mutara la expresión en “¡Muera la inteligencia!. ¡Viva la muerte!”; e incluso se apunta que José María Pemán, presente en el acto, gritó para corregir al general “¡No!. ¡Viva la inteligencia!. ¡Mueran los malos intelectuales!”, de la que tampoco hay constancia de literalidad. De igual modo que Unamuno pudiera haber dicho “Vencer no es convencer”, en lugar del repetido y más aguerrido “Venceréis, pero no convenceréis”.

No se pone en cuestión el hecho histórico del enfrentamiento entre el entonces rector de la Universidad de Salamanca y el general de la Legión, sobradamente documentado; pero las diferentes versiones sobre las expresiones vertidas y haciendo uso de una de ellas, nos deben llevar a la aceptación de que el revisionismo histórico no ha de buscar vencer, sino convencer.

 

Rocío Serrano

Rocío Serrano

Directora de la Carrera de Dirección y Administración de Empresas BBA y docente de las carreras de Comunicación

         

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